domingo, 1 de abril de 2007

20 de noviembre 1994

Me duelen los riñones. La salud, como me han dicho muchas veces, es algo importante. Y ahora debería joder la cita con alguna incongruencia tipo: “todo mi Arte se lo debo a la Enfermedad” y quedarme tan ancho. Dudo. Si fuera una persona normal y digo normal con todo el cariño, jamás hubiera desperdiciado mi vida escribiendo o haciendo esas absurdas diapositivas que se han comido la mitad de mi vida. “Es otra manera de comunicarse con el personal” –podría decir algún incauto-. A ese yo le mandaría a chirona entre maricones enormes que le pondrían el culo a buen recaudo. ¡Eso son historias para viejas!, cuentos de psiquiatra. Cuando tenía 18 años podía tragármelas, ahora no, gracias. Con mis primeros poemas pretendía seducir, normalmente a mujeres, de una en una. Yo era un ingenuo y la vida era fascinante. El destino de mi obra ha cambiado: antes eran bellas jovencitas que podían pasar la noche conmigo si tenía buena suerte. Ahora es un ente abstracto, desconocido, nada atractivo. Todo queda resumido en cinco o seis palabras: NUNCA PASARÍA LA NOCHE CON ESE ENTE ABSTRACTO. Sin duda he perdido la partida.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio